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¿La falta de participación en huelgas climáticas puede ser un reflejo de la falta de interés por la crisis climática?
Me cuesta creer y entender las razones por las que parece que a las personas no le interesa el cambio climático, ¿o sí? Por eso decidí investigar la causa de esto, enfocando mi metodología en alumnos universitarios que comparten las mismas características que otros jóvenes alrededor del mundo que están o no interesados en la crisis climática.
Esta no es una publicación de blog normal, es un informe de investigación que escribí en el 2019. Sin embargo, esta investigación puede ayudar a comprender qué piensa la gente, por qué no todos ayudan y, lo que es más importante, qué podemos HACER al respecto. Los resultados podrán abrir tu mente a nuevos temas y posibilidades que podrás aplicar en tu vida diaria.
Para responder esta cuestión, se hizo un sondeo entre alumnos universitarios de la Ciudad de México y se concluyó que a un 69.6% sí les interesa leer sobre el cambio climático mientras que a un 30.4% les interesa poco o nada el tema.
Los millennials y los centennials son las generaciones que se perfilan como los futuros salvadores del mundo. Sin embargo, es evidente que existe un nivel de desinterés por el cambio climático. Diversas causas explican el desapego, por lo que se abordará la respuesta desde tres perspectivas: Ciencias de Sostenibilidad, Psicología y Comunicación.
Etapas que llevan al caos
El ser humano debe atravesar 5 etapas antes de que decida actuar contra el cambio climático, según un modelo psicológico publicado por Cynthia Frantz y F. Stephan Mayer en su artículo: The Emergency of Climate Change: Why Are We Failing to Take Action?
La primera etapa describe que no somos capaces de notar el evento. Desde nuestra desconexión con la naturaleza, como el permanecer en espacios cerrados de trabajo, hasta las causas imperceptibles como el aumento del CO2, llevan a las personas a no ver qué está ocurriendo. Aterrizar la problemática del cambio climático a nuestra vida diaria requiere de análisis y observación: “No pensamos cómo se alterarán los ecosistemas y consecuentemente dónde podremos vivir, qué calidad de alimentación tendremos y el aumento de enfermedades”, declara Cristina Ayala Azcárraga, doctora en Ciencias de la Sostenibilidad.
El inicio para luchar contra el cambio climático
Después de lograr identificar los eventos apenas comienza la odisea. Es necesario interpretar el evento como una emergencia y para eso requerimos el apoyo de nuestras emociones. El sondeo muestra que al leer una noticia sobre el cambio climático, el
El maestro en Psicología Política y Social, Luis Alberto García Barrón explica que: “Se siente miedo porque hay un peligro identificable. Por el contrario, sentirse ansioso significa que no se ha logrado identificar la amenaza. Así, como mecanismo de defensa se tiende a eliminar, bloquear, minimizar o no escuchar la información”. No sabemos cuándo ni cómo nos llegarán a afectar tales catástrofes a nuestra vida diaria provocándonos ansiedad, por lo que nos desinteresamos del tema como defensa.
La tercera etapa consiste en que el individuo debe sentir responsabilidad de ayudar, sin embargo, esta etapa es nublada por la barrera psicológica conocida como disonancia cognitiva que significa que mostramos inconsistencia entre nuestras creencias con la conducta. Pensamientos como:
suman el 44.7% de las respuestas a la pregunta del por qué no se han animado a tomar más acción. El psicólogo Luis Alberto García explica que: “Nos auto convencemos de que no podemos hacer algo o que es irrelevante nuestra acción”. Mientras que el sondeo indica que el 80.4% de los alumnos cree que sí puede hacer mucho más para ayudar, el 19.6% piensa que ya hace todo lo que está a su alcance.
Nuestra zona de confort
Al final del sondeo se incluyó una lista con las acciones individuales más comunes para poder contribuir al cuidado del medioambiente. Se puede concluir que las actividades que requieren más sacrificio y el querer salir de la zona de confort son las menos implementadas.
Las actividades con mayor participación son:
- Rechazo al uso de popotes
- Apagar la luz cuando no se utiliza
- Rehusar desechables
Por otro lado, las actividades con menor participación son:
- Consumo de productos locales o a granel
- Disminución del consumo de carne
- Disminución de uso de aparatos electrónicos como el celular
- Comprar menos ropa
Cristina Ayala explica que mientras hay industrias como la energética donde es más complejo intervenir como consumidor, hay otras como la industria de la moda, que está entre la segunda y quinta más contaminante del mundo, donde sí podemos hacernos responsables de cambiar: “La industria saca 4 temporadas al año y más del 40% de las prendas que salen anualmente son incineradas por este alto cambio de temporalidad. Nosotros somos completamente responsables de ese nivel de consumo”, manifiesta
Cómo nos perdemos en el camino
Tanto en los chats familiares como información viral en redes sociales, el pasado marzo del 2019 en la Ciudad de México circulaba una ola de llamado a la acción donde personas se mostraban preocupadas por la alarmante contingencia ambiental que nubló a la ciudad por días. Iniciativas muy optimistas pero científicamente poco fundamentadas fue lo que inspiró a Cristina Ayala a hacer un video explicativo para sus conocidos el cual poco a poco se popularizó: “Las personas me empezaron a escribir para preguntar qué podían hacer. Me di cuenta que sí habían muchas buenas intenciones pero lo que faltaba era información científica”, comenta.
El sondeo indica que un 53.6% de los alumnos no se ha animado a hacer algo más porque no están seguros de cómo empezar. La alta respuesta del sí querer participar muestra que, lo que se puede entender por desinterés también puede ser motivo de la falta de conocimiento de alternativas efectivas.
Eso nos lleva a la cuarta etapa del modelo que consiste en la necesidad de saber qué hacer y decidir actuar. Si no se sabe qué rumbo tomar, existe una alta posibilidad que esas personas motivadas se pierdan en el camino.
Generalmente las noticias brindan datos duros y no sugieren soluciones y alternativas. Cabe mencionar que los medios se vuelven actores fundamentales por la forma en la que se transmiten las noticias, ya que pueden ocasionar que una persona se interese o no en la última etapa del proceso cognitivo. Jimena Sabanés, quien trabaja en el área comercial de Discovery Networks, explica que: “Si nos bombardean con datos o estadísticas a las cuales no les podemos encontrar un sentido práctico, es más difícil que hagamos algo con esa información”. Desde una comunicación más personal, contar historias y cambiar narrativas son las soluciones que propone Jimena para que los efectos de los medios resulten a favor de la lucha contra el cambio climático.
La salvación vs la solución
Estamos acostumbrados a ver dos tipos de películas: unas muestran un apocalipsis que lleva a la humanidad a un final trágico y otras enseñan que nuestra vida mejorará radicalmente con la tecnología permeando cada ámbito. La verdad es que ninguna de las dos narrativas es completamente correcta.
Primero, así como estableció la ONU que en el 2050 podría ser el fin de la humanidad, esto no pasará de un día para otro. Las consecuencias son paulatinas: “El cambio climático es un tren puesto en marcha y necesitamos comprar tiempo. Llegaremos a puntos críticos donde las consecuencias serán muy graves y los efectos serán más fuertes, acelerados y devastadores”, explica Cristina Ayala.
Segundo, no debe verse la tecnología como la salvadora de la humanidad: “Puede ser una herramienta que ayude en estrategias de mitigación y compensación de los
efectos pero debemos hacer cambio de hábitos, hacer una legislación que de verdad proteja los ecosistemas y un cambio de paradigma que permita la sobrevivencia humana y de especies”, declara Cristina Ayala.
Hábitos nuevos
El especialista Luis Alberto García Barrón cuenta que su hija de 11 años salió de la escuela muy optimista y decidida a recolectar todas las botellas de plástico que consumen en casa para ir cada fin de semana a las máquinas localizadas en los parques a reciclarlas. Los jóvenes han sido señalados como los posibles salvadores del planeta.
Luis explica que esto va más allá de la preocupación generacional y que quienes vivirán las consecuencias serán ellos, sino que también se debe a que es más sencillo que los niños y adolescentes generen hábitos nuevos si se les educa con base en ello: “Se ha demostrado que hacer cambiar a una persona con hábitos mentales y conductuales muy arraigados es complejo, sobretodo cuando tienen que ver con tu identidad. No se quiere renunciar a algo que tiene un valor y que forma parte de la tradición”, explica Luis Alberto García. En esto consiste la última etapa del modelo, el analizar el equilibrio entre los costos y beneficios si se decide actuar. El cambio de estilo de vida se completará una vez que todas estas barreras se derriben al comprender los beneficios de un estilo de vida sustentable.
Héroes anónimos
Cristina Ayala hizo un cambio de comportamiento. Muy entusiasta relata que se dio cuenta que la solución no es regañar sino inspirar, sobretodo con el ejemplo.
Puede parecer que hay un largo camino por delante para aquellos que no han roto ninguna de estas barreras y, para ser honesta, el que lleguemos a la etapa final, no significa que no hay días difíciles donde regresamos a alguna etapa. Llevar una vida lo más sustentable posible es un ejercicio consciente que necesita practicarse todos los días. Quienes mediten podrán identificarse con este proceso. Todavía no alcanzamos un nivel histórico donde vivir sustentablemente no sea un esfuerzo diario, pero el objetivo, es que se convierta en nuestra normalidad. Y sí, cada día estamos más cerca de esta normalidad.
Observemos a los millones de personas que han roto las barreras y han comenzado a marcar la diferencia. ¿Por qué? Porque creo que una de las herramientas más poderosas para combatir la crisis climática es la inspiración. Y aquí es cuando uno se pregunta, ¿qué puedo hacer yo? Desde tu vida profesional o personal puedes hacer un cambio a través de tus acciones que inspiren a más personas a seguir tus pasos. Sin embargo, recuerda que compartir solamente noticias negativas no es el único camino y en cierto nivel impide que se cumplan todas las etapas que llevan a la acción.
Por supuesto que es crucial ser consciente de los impactos negativos de la crisis, sin embargo, no olvidemos el poder de las historias. Si nos centramos en comunicar las innovaciones positivas, los avances y cómo podemos tener una mejor calidad de vida en armonía con la naturaleza, podremos inspira a más personas a querer ser parte de la conversación y del cambio.
Nuestra desconexión con el mundo nos ha llevado a estas dificultades. Sin embargo, como sugiere el estudio, muchas personas quieren ayudar, pero simplemente no saben cómo. Es por eso que comencé Green Reconnection, para compartir historias de impacto y que juntos encontremos un camino justo hacia una vida sostenible. Solamente podremos logar esto, en el poco tiempo que tenemos, construyendo una comunidad de apoyo donde podamos aprender unos de otros.
He conocido personas extraordinarias que están tratando de inspirar a más personas a superar estas barreras, desde amigos que simplemente decidieron usar la bicicleta como medio de transporte, hasta personas que dedican su vida a la investigación sostenible.
Una de los pensamientos más comunes es que es imposible ser 100% ecológico. Como respuesta, en julio del 2019 surgió una campaña llamada ambientalistas imperfectos con el fin de mostrar que todos podemos equivocarnos pero que nunca es tarde para intentar mejorar. Cristina explica que efectivamente es imposible ser completamente ecológico, por lo menos en este momento, pero cada acción sí hace una diferencia crucial. Cristina Ayala escribe en su Instagram:
“No necesitamos a un ambientalista perfecto, necesitamos a millones de ambientalistas imperfectos tomando acción todos los días”.
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